Cultura

CRÍTICA MUSICAL

De la exuberancia a la sutileza

Los tríos de Martín Meléndez y Eva Fernández actuaron en la segunda jornada de Huesca es Jazz

Huesca Jazz 29 06 2024 Foto LAURA AYERBE [[[DDA FOTOGRAFOS]]]
Martín Meléndez Trío abrió los conciertos.
Laura Ayerbe

TRAS EL concierto inaugural que ofrecieron Humberto Ríos y Pablo Rodríguez en el Casino el viernes, la Plaza de Navarra acogió el pasado sábado la segunda jornada de la novena edición del festival Huesca es Jazz. Dos tríos fueron los protagonistas de una velada perfectamente encuadrada en la programación amable, asequible y para todos los públicos que suele ser la tónica de este festival que organiza el Ayuntamiento de Huesca y que se programa desde el proyecto Jazz for Kids. De hecho, la Plaza se llenó con un público variopinto que ocupó todas las sillas disponibles.

Eva Fernández actuó en la plaza de Navarra en formato trío.
Eva Fernández actuó en la plaza de Navarra en formato trío.
Laura Ayerbe

La tarde arrancó con el trío de Martín Meléndez, violonchelista cubano afincado hace muchos años en Barcelona, que ha tocado con grandes maestros como Chano Domínguez o Marco Mezquida. Meléndez toca su instrumento en muchos momentos como si se tratara en realidad de un contrabajo, acentuando su elemento rítmico. Acompañado por el mexicano Mark Aanderud en los teclados y por el baterista cubano Frank Durand -que ha formado parte de grupos míticos como Los Papines o Klímax y ha acompañado a grandes figuras como Omar Sosa-, Martín Meléndez se dedicó en su actuación sobre todo a desglosar algunos de los temas de su disco I have a dream, entre ellos la balada romántica Paula o la suave cadencia de Joao, cuya envolvente melodía emerge de un ritmo obsesivo e hipnótico. Con una música que tiende a la exuberancia (rasgo común en la gran mayoría de los músicos cubanos), en su actuación hubo momentos realmente especiales, como cuando entabló un diálogo a solas con en el baterista en un tema de corte funky o cuando se quedó solo sobre el escenario para desarrollar una improvisación que comenzó con los acordes del clásico El manisero y que, entre efectos pizzicato y sonido de contrabajo, le llevó a sus orígenes profundamente cubanos. Su concierto, que se alargó más de lo previsto, se cerró con Big afro, un tema de su disco con el que evocó el jazz-rock de Weather Report o Return To Forever.

Tomó el relevo el trío de Eva Fernández, joven cantante y saxofonista barcelonesa que comenzó su actuación hablando de sus raíces barbastrenses (había entre el público miembros de su familia altoatragonesa) y que parece seguir los pasos de Andrea Motis, otra artista catalana de jazz que también canta y toca el saxo… además de la trompeta. En Huesca estuvo respaldada por el brillante guitarrista mallorquín Josep Munar (a veces su toque de aires mediterráneos recordó al de su paisano Joan Bibiloni) y por el también barcelonés Oriol Roca, un excelente y versátil baterista al que se ha visto en Huesca en varias ocasiones, entre ellas junto a la pianista oscense Clara Lai. Comenzó su actuación con un standard, When sunny gets blue de Marvin Fisher, una emotiva balada. Y a partir de allí, se dedicó fundamentalmente a desgranar algunos de los temas que integran su segundo disco, como el bolero Sola, la pura mediterraneidad de Dissimular o ese conmovedor bolero-ranchera que es Versos tristes, que, en versión más desgarrada, podría haber sido cantado perfectamente por la gran Chavela Vargas.

Volvió al terreno de los standards con ese clásico entre los clásicos que es My favorite things, que Hammerstein y Rodgers compusieron para la banda sonora de la película Sonrisas y lágrimas y que han tocado desde John Coltrane (fue él quien lo convirtió en un standard) a Rod Stewart, pasando por Tony Bennett o Ariana Grande. La música de Eva Fernández incide sobre todo en el género de las baladas, y así continuó hasta acabar su actuación con temas propios como Booklet, Buena memoria (dedicada a su madre e introducida con un magnífico y finísimo solo de batería de Oriol Roca) y Cómo llamar a esto, con el que dio por concluida su actuación. Así terminaba una velada que pasó de la exuberancia de Martín Meléndez a la sutileza de Eva Fernández.