Opinión
Por
  • Rosa Castro Cavero

El Mal de Chagas, una enfermedad asociada a la pobreza, que urge investigar

Hay enfermedades asociadas a la pobreza, que hasta hace poco parecían invisibles al mundo.
Hay enfermedades asociadas a la pobreza, que hasta hace poco parecían invisibles al mundo.
S. E.

Hay enfermedades asociadas a la pobreza, que hasta hace poco parecían invisibles al mundo, al originarse en naciones pobres, como es el caso del Mal de Chagas, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), padecen entre 7 y 8 millones de personas de países en vías de desarrollo, principalmente en América Latina.

Sin embargo, la invisibilidad o desconocimiento de esta enfermedad está cambiando. En las últimas décadas hay un aumento de los pacientes chagásicos en países como España, Estados Unidos, Canadá, y algunos del Pacífico Occidental. ¿Por qué tenemos casos con esta patología? La respuesta obedece a que las enfermedades viajan, acompañan a las personas que las padecen, allá donde vayan, y en este mundo globalizado, somos testigos de un incremento de las migraciones del sur hacia Europa o Estados Unidos. Estas personas migrantes en ocasiones ni siquiera saben que padecen la enfermedad y suponen un verdadero reto para la salud pública en los países receptores, que ya cuentan en sus hospitales más importantes con unidades de medicina tropical. Incluso ya hay niños nacidos en España, con Chagas, pues esta enfermedad es congénita. La madre migrante se la transmite de forma directa a su hijo, no en el caso del padre.

¿Cómo una persona puede tener Mal de Chagas? Si vive o viaja a lugares y es picada por un chinche que los científicos llaman Triatoma infestans.tripanosoma cruzi, conocido popularmente entre las poblaciones latinas como “vinchuca” o “chinche besucona”. A este chinche alargado y marrón le fascina chupar la sangre, especialmente por la noche, cuando el sueño inmoviliza a sus víctimas humanas o animales. Durante el día se esconde y habita en la pobreza que caracteriza las humildes construcciones periurbanas de países como Bolivia, Argentina o Chile. Allí, este artrópodo vive a sus anchas, convive con familias que por la miseria se ven obligadas a residir en casas de adobe o barro, que suelen tener techos de paja o palma y suelo de tierra.

Hace unos años tuve ocasión de visitar estas familias que viven en la pobreza en comunidades guaraníes del Chaco Boliviano, en la provincia de Camiri, perteneciente al departamento de Santa Cruz, en Bolivia, acompañando a la investigadora y empresaria valenciana Pilar Mateo, fundadora de la empresa Inesfly Corporation, que desarrolla pinturas microencapsuladas u otros productos, que liberan insecticidas que eliminan vectores como la vinchuca y otros artrópodos que transmiten enfermedades asociadas a la pobreza, como dengue o la malaria. En ese viaje también estaba el reconocido científico de la Universidad de Zaragoza Javier Lucientes, que fue Catedrático de Parasitología y Enfermedades Parasitarias en el Departamento de Patología Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza. Fue una extraordinaria experiencia compartir con ellos y adentrarnos en esas comunidades indígenas pobres, que agradecen la visita de investigadores que con sus conocimientos puedan dar solución o aliviar su problema de salud.

Recuerdo a la perfección esos hogares pobres, con muchos niños de profundos ojos marrones y piel morena, que sonríen y muestran tímidos su humilde morada, un pequeño espacio donde conviven con su familia, junto con muebles viejos, ropas acumuladas y suelen tener un patio exterior con gallinas o chanchos, improvisando así lo que llamaríamos corrales. La mayoría de estos niños, sus progenitores o hermanos están infectados por Chagas, pero en muchos casos la enfermedad no presenta síntomas en una fase inicial hasta más adelante manifestar síntomas leves como fiebre, fatiga, dolores corporales… Este avance silencioso de la enfermedad puede pasar desapercibido y cuando aparecen los síntomas graves la persona debe ser atendida con urgencia por serios problemas cardiovasculares como irregularidad en los latidos del corazón, o agrandamiento del corazón.

La investigación en dar solución al Mal de Chagas avanza lentamente, sin haber logrado todavía un medicamento eficaz y seguro para esta enfermedad que tiene ya más de un siglo de vida. “Sólo existen dos medicamentos para el Mal de Chagas, con importantes efectos tóxicos y relativa eficacia clínica. Urgen nuevos medicamentos seguros y eficaces, que puedan dar un tratamiento a la población infectada en el mundo”, asegura la científica y doctora en Farmacia, Silvia Pérez, perteneciente al Instituto de Salud Tropical (ISTUN) de la Universidad de Navarra.

Esta investigadora es un ejemplo de los científicos españoles que se esfuerzan día a día por conseguir recursos económicos para investigar enfermedades de países pobres, como el Mal de Chagas. No están cerca del vector o chinche, pero desde su laboratorio se comprometen en el reto de lograr un medicamento eficaz. Tuve ocasión de conocer el trabajo y el gran aporte científico del ISTUN, centrado en enfermedades tropicales olvidadas para el primer mundo. Hay varias universidades españolas y centros de investigación el Consejo Superior de Investigaciones científicas (CSIC) que investigan el Mal de Chagas. Fue muy grato organizar hace un tiempo desde la Universidad UEB, junto a la Asociación Nacional de Informadores de Salud (ANIS), con la periodista Melania Bentué, unas Jornadas Científicas sobre el Chagas, que tuvieron participación de investigadores bolivianos y españoles, que apuestan por avanzar y dar una solución a esta enfermedad, que parece condenada al olvido científico. 

* Rosa Castro Cavero es periodista especializada en divulgación científica