Opinión
Por
  • Victoria Lafora

Qué soledad más sola

Francisco Camps ha salido libre de culpa de media docena de juicios.
Francisco Camps.
S.E.

Qué placer tan inmenso debe esconde el poder, cuando, quien lo toca se niega a soltarlo. Así lo demostró el expresidente valenciano Francisco Camps quien, tras quince años de pelear en los tribunales por varias cuentas pendientes, ha sido absuelto. Lo celebró en su tierra y rodeado de viejas glorias de su época que también han conocido los juzgados. Nadie, absolutamente nadie, de la nueva dirección del PP. Ni de Valencia, ni de Madrid, y eso que se habían cursado las invitaciones.

En una terraza frente al mar, y rodeado de fieles que habían pagado su ágape, intervino para recordar su interés en volver a ser alguien dentro de sus filas y cómo su mandato al frente de la Generalitat trajo riqueza a su tierra. No mencionó el incómodo tema de sus trajes, ni sus conversaciones telefónicas con los dirigentes de la Gürtel en términos de estrecho cariño.

Quiere volver, se ve rehabilitado y con fuerzas. Obviando a su compañero de partido y actual presidente valenciano, Carlos Mazón, que no acudió al acto, habló de su época como la de los grandes logros que hay que recuperar. En Génova silencio y oídos sordos. La compañía que el quería ese día le dio la espalda demostrando que es difícil volver.

Es como si Chaves o Griñan, también rehabilitados por el Constitucional, aspirarán a volver al palacio de San Telmo. En este país tenemos muy mala memoria, pero hay historias políticas sobre las que conviene que sus personajes pasen página y disfruten de la jubilación y el olvido.

Porque habrá un buen número de ciudadanos que, pillados in fraganti robando en un súper, han pagado su delito y piensen que contra la clase política siempre faltan pruebas que le suponga una condena. La política valenciana en la época de Camps y Rita Barbera tuvo, mal que le pese a Camps, más sombras que luces, demasiados implicados, amistades peligrosas y despilfarro del dinero público. Barbera murió y ahora se intenta dignificar su memoria.

Pero Camps quiere volver al poder y el PP hace muy bien en mirar para otro lado. La absolución no borra la historia y los partidos deben dibujar de forma nítida lo que no volverá a suceder. Y recordar que, en esta Europa de la que formamos parte, los partidos desaparecen cuando los votantes hartos de corrupción nunca vuelven a confiar en sus siglas. Sin ir más lejos, en Gran Bretaña, Rishi Sunak ha pagado las corruptelas de Boris Johnson, y los conservadores han sufrido la peor derrota de su historia.